No hay disco pare que frene el lobby de la comida
Francisco Javier Grimberg L.
Antecedentes
La Encuesta Nacional de Consumo Alimentario realizada en Chile por su Ministerio de Salud, reflejó que un 95 % de los chilenos no lleva una dieta saludable. Esto genera un costo altísimo en la salud de la población, lo que, según el propio Ministerio, se traduce en la muerte de una persona obesa cada hora, o en que más del 50 % de los niños del país presenta algún tipo de sobrepeso.
Debido a este tipo de razones es que tras largos años de debate, nueve desde su primera indicación en el Congreso, en junio de 2016 entró en vigencia en Chile la ley N.º20.606 sobre “composición nutricional de los alimentos y su publicidad”.
Esta ley tiene por objetivos: definir límites que determinen el alto contenido de energía, grasa saturada, azúcares y sodio en los alimentos; incluir obligatoriamente en el etiquetado el mensaje frontal “alto en” que indica cuáles alimentos superan los límites establecidos, de manera visible y de fácil comprensión, a través de un octágono negro con letras blancas; La restricción a la publicidad dirigida a menores de 14 años de los alimentos “alto en”; y la restricción de venta y publicidad en los establecimientos educacionales de los alimentos “alto en”.
Pero durante el camino que debió recorrer esta ley para su puesta en marcha, existieron múltiples presiones de entidades relacionadas con el empresariado dedicado al sector alimenticio para trabar y cambiar esta normativa, todo, para que no le afectase a su sector productivo.
Es así como organismos como la Sociedad de Fomento Fabril (Sofofa), -que reúne a empresas y gremios vinculados al sector industrial chileno-; compañías vinculadas al rubro de la “comida chatarra” o entidades como las que agrupa la asociación de Alimentos y Bebidas de Chile (AB Chile), han sido constantes fuentes de presión para alterar y encausar a sus beneficios esta ley previa a su aprobación, y posterior a ella, para dinamitar su reputación e impulsar así cambios en su contenido.
Actores principales:
· Guido Girardi: Senador del Partido Por la Democracia y principal impulsor de esta iniciativa.
· Sociedad de Fomento Fabril (Sofofa)
· Asociación de Alimentos y Bebidas de Chile (AB Chile)
Acciones realizadas por grupos de lobby y sus mensajes
Como se mencionó anteriormente, esta ley tuvo muchos años de discusión en las que operaron muchas presiones sobre los parlamentarios para que esta ley no viese la luz. Esto fue denunciado por el senador Guido Girardi (PPD), impulsor de esta normativa, y quien señaló que existió un "lobby brutal de las empresas por nuevo etiquetado en alimentos”, el que entre otras cosas, eliminó del proyecto un “semáforo” que indicaba la peligrosidad de los contenidos nutricionales de los alimentos, y que fue reemplazado por discos de advertencia, todo, por presiones de las empresas alimenticias.
Otro de los hechos que marcaron esta tramitación, fue la presión que ejerció el rubro de la alimentación dedicada a la comida rápida, que permitió por ejemplo, que estas puedan seguir manipulando el consumo de sus productos a través de la publicidad, ya que lograron que esta iniciativa apuntara solo a alimentos envasados. Según la antropóloga y encargada de nutrición de la fundación Educación Popular en Salud (EPES), Susana Jiles, “El 75 por ciento de los alimentos altos en calorías, grasas y azúcares es comida chatarra y está destinada a los niños. Entonces el lobby que hizo McDonald’s, por ejemplo, fue lograr que no se rotulara la ‘Cajita feliz’ porque es un producto que se prepara en el mismo lugar que se va a consumir”, señaló.
Por su parte, la Sofofa, una de las principales agrupaciones del empresariado chileno, también fue un sector tremendamente relevante en la dificultosa puesta en marcha de esta Ley. En diversos momentos de la discusión de la ley envió mensajes directos a mermar el éxito de la iniciativa.
En abril del 2011, a sólo un par de días de que el Senado votara para despachar la ley, la industria alimentaria desplegó una potente ofensiva comunicacional a cargo de su presidente Andrés Concha. En ella, tal directivo sostuvo que, de aprobarse la nueva norma, estarían en riesgo incluso campañas solidarias como la que realiza la Teletón. “La aprobación de esta Ley significará que habrá menos publicidad y menos actividades promocionadas por las industrias de alimento tales como, la Copa Milo en el deporte escolar, las tallarinatas de Carozzi en maratones, los aportes a la Teletón, etc, ya que nunca se sabrá si el producto será o no consumido por un menor de 14 años. Además, será muy difícil para un emprendedor entrante dar a conocer sus productos con estas limitaciones. La ley reducirá la competencia y la innovación”, sostuvo.
Posteriormente en 2012 señaló que “la ley de etiquetado es mala y sólo contribuirá a asustar a la gente”. Y en el 2014, cuando la ley ya estaba aprobada y se estudiaba el contenido del reglamento que la haría operar, se publicó en el diario La Tercera una entrevista a dos páginas a Marisol Figueroa, Gerenta Técnica de la Asociación de Alimentos y Bebidas de Chile (ABChile), perteneciente a la Sofofa, quien señalaba entre otras cosas que "No hay que demonizar los alimentos, hay que enseñar a comerlos". Todo esto, un día antes que se le entregaran al empresariado las restricciones que se pretendían adoptar por parte del Ministerio de Salud.
Resultado:
Todas estas presiones tuvieron varios efectos en la ley y en su reglamento, los que comenzaron a regir en el 2016 en Chile. Muchos de los conocedores de la ley reconocen que esta se “suavizó” tras la intervención de las grandes compañías. Ejemplos como la aplicación de una gradualidad de tres años en el cumplimiento de los rotulados en los alimentos, la modificación lograda por la industria de la comida chatarra para continuar vendiendo son problemas sus productos, o la eliminación del “semáforo de advertencia”, que llamaba mucho más la atención del consumidor, son solo algunos de los efectos que tuvo el lobby empresarial en el contenido final de la ley.
Pero...la presión continua
Pero aunque se podría haber pensado que ya entrada en vigencia la Ley, las presiones e intervenciones concluirían, esto no fue así.
Y ha sido nuevamente la Asociación de Alimentos y Bebidas de Chile quien ha liderado una ofensiva contra esta ley de etiquetado, creando en diciembre de 2016 la campaña “hagámoslo bien”, en la que a través del sitio www.hagamoslobien.cl cuestiona algunos de los conceptos que esta Ley establece.
Una estrategia novedosa con respecto a todo lo realizado anteriormente, fue que para lanzar este sitio web, realizaron un spot en el que reclutaron a diversas figuras del ámbito televisivo y deportivo, para que fuesen “embajadores” de esta iniciativa.
Esta campaña ha vuelto a poner durante las últimas semanas a esta Ley de Etiquetados en entredicho, cuestionando su validez y haciendo que la ciudadanía siga cuestionando los reales efectos que esta medida tiene en el consumo de los alimentos
Interesante artículo que muestra los entresijos de la elaboración de una ley sobre etiquetado de alimentos con el objetivo de reducir los problemas de salud derivados de la mala alimentación. Después de leer el artículo y de conocer la campaña, me pregunto si un sello negro en el envase puede surtir el efecto deseado de que la gente coma más sano en Chile. Aunque en este caso la presión respondía a intereses económicos del sector alimentario, es posible que esas presiones que a día de hoy siguen en curso ayuden a mejorar la ley para que surta más efecto, por ejemplo promoviendo educación nutricional en los colegios, o fomentando la práctica del deporte.
ResponderEliminarUn tema cada vez más debatido en la actualidad. Los problemas alimenticios a causa de dietas ineficaces se han incrementado en Chile, países latinoamericanos e incluso europeos.
ResponderEliminarConcuerdo con el comentario de Isabel, valdría la pena considerar si efectivamente estas acciones contribuirán con la alimentación balanceada de las sociedades.
Adriana León Vera
En las campañas antitabaco por ejemplo, ha surtido mayor efecto la publicidad que muestra los efectos de fumar, que la colocación de advertencias en las cajetillas. Los países que sufren de obesidad deberían medir si las etiquetas en los envases tienen algún impacto y apostar más por la educación para llevar una dieta saludable.
ResponderEliminarAndrea González