Raquel Delgado
El Grupo Santander es la empresa española más poderosa y, según la revista Forbes, la número trece a nivel mundial. En noviembre de 2004, la compañía entró en el mercado británico a través de la compra del banco Abbey National, operación completada con la adquisición, en 2008, del banco Alliance & Leicester y del sector de ahorros y la red de sucursales de Bradford & Bingley. En 2010, además, Santander se convirtió en la cuarta entidad financiera por tamaño y en la tercera por depósitos de Gran Bretaña al incorporar al Grupo 318 sucursales y otros activos del Royal Bank of Scotland.
Santander UK, cuya consejera delegada es Ana Patricia Botín, practica un modelo de banca universal, pero está dedicado principalmente a la banca minorista, la cual opera con consumidores y pequeñas y medianas empresas a través de cuentas corrientes, préstamos personales e hipotecarios, fondos de inversión y seguros, entre otros servicios. La filial del Banco Santander, que fue recibida en Londres con enormes expectativas, prevé llegar a ser el banco británico más rentable y eficiente en 2014.
Sin embargo, en septiembre de 2011, la Comisión Independiente para la Banca de Gran Bretaña (ICB) hizo público un informe no vinculante en el que se recomendaba la separación legal, económica y operativa de las actividades de banca mayorista y de inversión para entidades financieras -que aumentan la exposición a los mercados financieros globales y, por tanto, generan más riesgos- de las operaciones de banca minorista, lo que en la práctica supone la creación de filiales separadas y un coste para las entidades de entre 4.600 y 8.000 millones de euros. Se trata de crear “anillos de seguridad” para evitar que el dinero de los ahorradores sea utilizado para financiar actividades más arriesgadas, lo que evitaría, en un futuro, que el consumidor “pagara” las crisis bancarias. El ministro de economía, George Osborne, calificó el documento de “impresionante” y se comprometió a introducir la legislación pertinente.
Las recomendaciones publicadas por la ICB perjudican a Santander UK en la medida que:
- Los requisitos de solvencia para determinadas operaciones minoristas subirán por encima del 10%, frente al 7% fijado por la normativa internacional.
- La situación de incertidumbre regulatoria ha retrasado hasta 2013 la salida a Bolsa del 20% de Santander UK, prevista para el segundo semestre de 2011.
- La agencia de calificación Fitch ha bajado el rating a largo plazo de Santander UK desde “AA-” o calidad superior a “A+” o calidad buena con moderada sensibilidad a un entorno adverso.
En este sentido, Ana Patricia Botín ha venido desarrollando una estrategia intensiva de lobby grasstop con el objetivo de evitar que Santander UK sea sometido a la reforma propuesta:
- En julio de 2011, la consejera delegada envió a la ICB un documento en el que pedía que algunos bancos minoristas -aquellos con menos de un 10% de sus activos en banca mayorista, como Santander UK- pudieran continuar operando con sus actuales estructuras legales y operativas, sin tener que implementar la separación de actividades a un “coste desproporcionado”. Ana Patricia Botín advirtió al gabinete de Cameron, además, que el establecimiento de un terreno de juego distinto al Europeo podría empujar a las firmas bancarias establecidas en Gran Bretaña a buscar lugares con una regulación más ventajosa. La presión de Santander UK fracasó en esta primera fase.
- En septiembre de 2011, cuando el texto de la ICB era ya definitivo, Ana Patricia Botín se reunió con George Osborne para explicarle que su negocio, volcado en la banca minorista y en las pymes, no merecía ser controlado como los grupos que operan en la banca de inversión.
- En octubre de 2011, la consejera delegada de Santander UK aprovechó la IV Conferencia Internacional de la Banca para criticar duramente ante Bill Winters -uno de los cinco integrantes de la ICB- la nueva regulación bancaria en preparación.
- Las actividades de lobby grasstop fueron completadas, en noviembre de 2011, con una campaña de comunicación y relaciones públicas -patrocinios, donaciones, acuerdos para la concesión de becas universitarias, etc.- que refuerza el peso de las pymes, los clientes particulares y la responsabilidad social corporativa como áreas principales de la entidad. El objetivo es mejorar la reputación de servicio de Santander UK y desvincularlo, a efectos de imagen, de la banca mayorista.
El Gobierno británico es el único actor con capacidad de decidir cuándo y cómo se aplicarán las sugerencias de la ICB, si bien la reforma deberá estar completada antes de 2019. Por el momento, nada apunta a que Osborne vaya a admitir los argumentos de Ana Patricia Botín. No obstante, el ministro de economía siempre ha mostrado su aprecio por la actividad del Grupo Santander en el país y por la compra por parte de éste de entidades en crisis como Abbey National y Alliance & Leicester. Con siete años por delante para tratar de influir en el poder público, ¿será capaz Santander UK de limitar el impacto regulatorio?
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarMaría Hortelano:
ResponderEliminarInteresante como Patricia Botín trata de influir en el gobierno británico de manera directa. Me parece fundamental que el centro del mensaje sean las ventajas de la presencia del Santander en UK, empezando por el hecho de que éste ha sido un salvador de entidades británicas en crisis. Por otro lado, creo que es beneficioso destacar los inconvenientes del separatismo de esta medida con las del resto de Europa, en un momento en el que la desvinculación del país anglosajòn es cada vez mayor con respecto al resto de los integrantes de la Unión Europea.
Muy buen ejemplo de lobby grasstop en el que vemos perfectamente, a través de la ennumeración de hechos expuesta por su autora, el trabajo que Ana Patricia Botín lleva a cabo para intentar frenar la medida propuesta por el gobierno británico. Pero además, no podemos olvidar, que detrás de la Consejera Delegada del banco, se encuentran los millones de clientes a los que dichas medida afectarían de forma directa. En mi opinion, no estaría de más, que el propio banco trate de concienciar y movilizar a sus clientes con el objetivo de crear ruido y aumentar la fuerza del movimiento.
ResponderEliminarFdo. Elia Rodrigo
Estoy de acuerdo con los dos comentarios anteriores, aunque desde mi punto de vista, intentar movilizar a los clientes de Santander UK, en un momento en el que existe de por sí una cierta desconfianza hacia las entidades financieras, podría ser arriesgado.
ResponderEliminarUno de los aspectos que más me sorprende de este caso es la gran coherencia de todas las acciones llevadas a cabo. Se ve como, claramente, se ha determinado un objetivos y una serie de mensajes, y que las acciones, aunque diversas, están al servicio de estos, independientemente de que sean reuniones directas con as autoridades británicas o participación en foros de la comunidad financiera.
Este último aspecto, el de incorporar a la comunidad financiera, me parece una decisión inteligente de cara a ganar aliados o apoyos.
Por último, otra muestra de esa coherencia de la que hablaba antes es reforzar la estrategia de lobby con una estrategia de relaciones públicas articulada en torno a la misma idea: transmitir y consolidar la imagen de Santander UK como un banco minorista.
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarRaquel Delgado
ResponderEliminarVarios de los bancos afectados por las medidas de la ICB ya han hecho declaraciones en las que advierten al Gobierno británico de que el principal perjudicado por la reforma será el consumidor final. Sin embargo, estoy de acuerdo con Valvanera en que resultaría muy complicado movilizar a una comunidad de ahorradores que, actualmente, no da un duro por los negocios financieros y que, seguramente, ve con buenos ojos este tipo de medidas de "castigo".